3.1.2. Competencia Paralingüística. Es la capacidad de un hablante para utilizar de manera adecuada
determinados signos no lingüísticos que le permiten expresar una actitud en relación con su interlocutor y
con lo que dice:
ya
sea para declarar, interrogar, intimidar, rogar, ordenar,
etc.
En las comunicaciones orales, esta competencia se manifiesta en el empleo de los signos de entonación: tono
de la voz, cadencia
o ritmo y énfasis en la pronunciación.
En las comunicaciones escritas, se manifiesta por medio del empleo de los signos de puntuación, de las
sangrías, de los nomencladores, de la distribución general
del espacio, tipos de letras, etc. Estos recursos nos permiten identificar la división de un texto escrito en capítulos, párrafos, temas y subtemas.
3.1.3. Competencia Sociolingüística. La competencia sociolingüística es uno de los componentes de la competencia comunicativa. Hace referencia a la capacidad
de una persona para producir y entender adecuadamente expresiones lingüísticas en diferentes contextos
de uso, en los que se dan factores
variables tales como la situación de los participantes
y la relación que hay entre ellos, sus intenciones comunicativas, el evento comunicativo en el que están participando y las normas y convenciones de interacción que lo regulan.
M. Canale (1983) fue uno de los primeros autores
en describirla, en un artículo en el que ‐como su título
indica‐ se propone recorrer el camino de la competencia comunicativa definida por Hymes a una
pedagogía comunicativa del lenguaje. Al hablar de la adecuación de las expresiones, Canale distingue entre adecuación del significado y adecuación de la forma. La primera tiene que ver con el grado en que determinadas funciones comunicativas, determinadas ideas o actitudes se consideran como características de una situación
dada (por ejemplo, y en términos de Canale, será generalmente inadecuado que un camarero
de un restaurante ordene al cliente pedir un plato, con independencia del modo
en que pudiera
formular gramaticalmente sus frases); la segunda tiene que ver con la medida en que un significado dado se representa por medio de una forma lingüística que es característica de un determinado contexto
sociolingüístico (por
ejemplo, el camarero de un restaurante hará las preguntas a sus clientes de forma
distinta según cuál sea la categoría del restaurante, el grado de confianza
que tenga con ellos, y otras variables similares).80
Con
ligeras diferencias de enfoque o de terminología en la definición del concepto, todos
los autores que abordan el tema de la competencia comunicativa se refieren a la competencia sociolingüística. Unas
veces la asocian a la competencia sociocultural, otras veces a la competencia discursiva y otras veces le confieren una identidad propia.
Hoy
se afirma que la competencia sociolingüística forma parte, junto con la ilocutiva, de la competencia pragmática e incluye cuatro áreas: la sensibilidad hacia las diferencias de dialecto o variedad; la sensibilidad
hacia las diferencias de registro; la sensibilidad a la naturalidad;
y la habilidad para
interpretar referencias culturales y lenguaje
figurado.81
Finalmente y sacando conclusiones de varios autores e investigadores se puede sacar la siguiente conclusión: la competencia sociolingüística, junto con la lingüística y la pragmática conforman las «competencias comunicativas de la lengua» e incluyen el dominio de las siguientes áreas:
Finalmente y sacando conclusiones de varios autores e investigadores se puede sacar la siguiente conclusión: la competencia sociolingüística, junto con la lingüística y la pragmática conforman las «competencias comunicativas de la lengua» e incluyen el dominio de las siguientes áreas:
- Los marcadores lingüísticos de relaciones sociales (saludos y formas de tratamiento, convenciones para los turnos de palabra, interjecciones y frases interjectivas),
- Las normas de cortesía («cortesía positiva» ‐mostrar interés por el bienestar de una persona, expresar admiración, afecto o gratitud...‐; «cortesía negativa» ‐evitar comportamientos amenazantes, disculparse por ellos,...‐; descortesía deliberada ‐brusquedad, antipatía, reprimendas...‐)
- Las expresiones de sabiduría popular (refranes, modismos, expresiones de creencias, actitudes o valores, etc.), las diferencias de registro, los dialectos y los acentos (reconocimiento de los marcadores lingüísticos, por ejemplo, de la clase social, la procedencia regional, el origen nacional, el grupo étnico o el grupo profesional), en sus manifestaciones del léxico, la gramática, la fonología, las características vocales, la paralingüística o el lenguaje corporal.
3.1.4. Competencia Pragmática. El punto de partida de esta competencia es la consideración de él hablar como un hacer. Todos los usuarios de una lengua tienen una capacidad
que les permite asociar los enunciados
con los contextos en que dichos enunciados
son
apropiados. El contexto no es, desde luego, sólo el escenario físico en el que se realiza el acto comunicativo, sino también esos conocimientos
que
se asumen como compartidos entre los participantes. Un acto comunicativo no es algo estático
ni un simple proceso lineal; por el contrario, un acto comunicativo es un proceso cooperativo de interpretación de intenciones,
en el
cual un hablante intenta hacer algo, el interlocutor interpreta esa intención, y con base en esa interpretación elabora su respuesta, ya sea lingüística o no.
La
pragmática es la disciplina que se ocupa de estudiar
el uso que los hablantes
hacen del lenguaje
en un contexto lingüístico o extralingüístico. De esta manera, se puede afirmar que la pragmática
parte del supuesto de que la comunicación es la función primaria del lenguaje.
Por
eso, teniendo presente
lo anterior, se define
la competencia pragmática como la habilidad para
hacer un uso estratégico del lenguaje
en un medio social determinado, según la intención y la situación comunicativa; es saber ejecutar
acciones sociales mediante
el empleo adecuado
de signos lingüísticos, o
de
signos de otros códigos no lingüísticos,
utilizados de acuerdo con unas intenciones y con unos fines
deseados.
Según pretenda con su acto comunicativo informar, ordenar, interrogar,
impugnar, sugerir,
rogar, etc., el sujeto
hablante necesita plantearse con precisión varias preguntas,
si aspira a alcanzar con éxito sus propósitos y son las siguientes:
- Cuál es el motivo, la finalidad y el contenido de su acción comunicativa.
- A quién va dirigida.
- Cuándo es el momento adecuado para emprenderla.
- Dónde debe efectuarla.
3.1.5. Competencia textual y conversacional. Es la capacidad para articular e interpretar
signos organizados en un todo
coherente llamado texto. La competencia textual implica las competencias consideradas anteriormente y,
además, las competencias cognitiva y semántica.
La noción de texto ha sido objeto de arduas disquisiciones para su definición. En la actualidad, se acepta que un texto, “debe ser resultado de la actividad lingüística del hombre, ha de tener
incuestionablemente una específica intención
comunicativa y, por último, ha de explicitarse con
suficiencia el contexto
en el cual se produce” (Bernal Leongómez, 1986: 17). La definición que se ha adoptado para este texto es más simple: como cualquier comunicación elaborada con base en un determinado sistema
de signos y dotada de un propósito comunicativo específico.
3.1.6. Competencia
cultural.82 Es una serie de conductas congruentes, actitudes y políticas que confluyen
en un sistema, organismo o grupo de profesionales,
las cuales habilitan a dicho sistema, organismo o grupo a
trabajar con eficacia en situaciones donde hay cruce
de
culturas.
Se utiliza la palabra cultura porque implica un patrón integrado de conducta humana que incluye los pensamientos, las comunicaciones, acciones, costumbres y creencias, así como los valores y las instituciones de un grupo racial, étnico, religioso o social. Se utiliza la palabra competencia porque implica poder funcionar de manera eficaz.
Se utiliza la palabra cultura porque implica un patrón integrado de conducta humana que incluye los pensamientos, las comunicaciones, acciones, costumbres y creencias, así como los valores y las instituciones de un grupo racial, étnico, religioso o social. Se utiliza la palabra competencia porque implica poder funcionar de manera eficaz.
Cinco elementos esenciales contribuyen a la capacidad de las instituciones de un sistema u organismo para aumentar su competencia cultural:
- Valorar el pluralismo;
- Tener la capacidad de autoevaluarse culturalmente;
- Ser consciente de la dinámica inherente a la interacción entre las culturas;
- Contar con conocimientos culturales institucionalizados; y
- haber adaptado la prestación de los servicios para que refleje una comprensión del pluralismo cultural.
Estos cinco elementos deben manifestarse en todos los niveles
de una organización, incluida la formulación de políticas, la administración
y la práctica.
Es más, estos elementos deben reflejarse en las actitudes,
las estructuras, las políticas y los servicios de la organización.
3.1.7. Competencia
estratégica. El Instituto Cervantes para la lengua española, al respecto dice lo siguiente: “La competencia estratégica es una de las competencias que intervienen en el uso efectivo de la lengua por parte de una persona. Hace referencia a la capacidad de servirse de recursos verbales
y no verbales con el objeto tanto de favorecer la efectividad en la comunicación como de compensar fallos que puedan
producirse en ella, derivados de lagunas en el conocimiento
que
se tiene de la lengua o bien de otras
condiciones que limitan la comunicación.
No
todos los autores están de acuerdo
en incluir la competencia estratégica como uno de los componentes de la
competencia comunicativa. Entre los que sí la incluyen está M. Canale
(1980), que describe la competencia comunicativa como un conjunto de cuatro competencias
interrelacionadas: la competencia
lingüística, la competencia sociolingüística, la competencia discursiva y la competencia estratégica.
El Instituto Cervantes, sin embargo presenta un modelo diferente, en el que la competencia estratégica actúa en el uso de la lengua como un componente
externo a la que él llama competencia lingüística (pero
que
en realidad se corresponde con lo que la mayor parte de los autores denominan competencia
comunicativa), al mismo nivel que lo hacen los mecanismos psicofisiológicos. En consecuencia, más
que una competencia del lenguaje, la competencia estratégica es «una habilidad general, que permite a un individuo hacer el uso más efectivo
de las habilidades disponibles al llevar a cabo una tarea determinada,
tanto si esa tarea está relacionada con el uso comunicativo de la lengua como si lo está con tareas no verbales, como por ejemplo hacer una composición musical,
pintar o resolver ecuaciones matemáticas».83
3.1.8. Competencia Gramatical. Por competencia lingüística se entiende el hecho de "saber una lengua". Este conocimiento consta
de varios componentes: fonológico, sintáctico,
semántico, léxico y morfológico.
Según el Instituto Cervantes, se deben dar una serie de elementos
para esta competencia, tales como: metafonológica (análisis y síntesis de los componentes fonológicos de las palabras), metasemántica
(lo mismo, pero para las palabras), metasintáctica (lo mismo, pero para el ordenamiento correcto de las palabras), y desarrollo metapragmático
(saber cuándo se ha comprendido y cuándo no, si la producción se adapta
a la situación y hacer los ajustes
adecuados en caso de no comprensión o si la producción no es apropiada en el
acto concreto de comunicación).84
Para
autores y científicos que ya se han mencionado, la competencia lingüística se refiere a:
- Para Saussure la competencia lingüística compete a la lengua, considerando a esta como un saber dado históricamente. El habla sería la realización de ese saber.
- Para Chomsky la lengua se correspondería con el concepto de competencia y el habla con el de actuación.
La
diferencia entre ambos autores tiene que ver con el contenido
de la competencia y en cómo se da ese saber
en los hablantes. Para Saussure
el conocimiento de la lengua es inconsciente y consiste más bien en unidades estáticas
delimitadas por relaciones paradigmáticas, para Chomsky el conocimiento es intuitivo y
consiste en reglas "gramaticales" (no sólo morfosintácticas) de buena formación
de oraciones.
Según Coseriu, "una teoría de la competencia lingüística que tenga
una
base objetiva ha de partir de dos comprobaciones: por una parte que la lengua es una actividad humana universal
que los individuos, como representantes de tradiciones comunitarias del saber hablar, llevan a la práctica individualmente, y, por otra parte,
que una actividad puede ser considerada como actividad, como el saber en qué se basa esa
actividad y como el
producto de esa actividad".85
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