Pues
bien, los seres humanos estamos dotados de esa facultad
que nos permite crear, adquirir, aprender y usar
códigos constituidos por signos. La comunicación humana está, precisamente, ligada a esa capacidad de interpretar unos sonidos, unos gestos, unas imágenes y unas marcas, como signos de otras realidades acerca de las cuales un interlocutor quiere llamar nuestra atención.
A esa ciencia “que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social”,
Ferdinand De Saussure,
el padre de la lingüística moderna,
la denominó semiología.
Otros autores (Peirce, Morris y, más recientemente, Umberto Eco) han
preferido el término
semiótica para referirse
al estudio de los signos, de las estructuras
y de los procesos
significativos. La semiótica
(o la semiología) es más amplia que la lingüística,
pues mientras aquélla se dedica al estudio de todo lo que se constituye en signo, de cualquier manifestación
comunicativa, del lenguaje
en un sentido amplio; la lingüística se dedica específicamente
al estudio de los signos lingüísticos, de esos signos que utilizamos todos los días al hablar o al escribir, de esos signos que conforman el sistema de la lengua, el lenguaje
en sentido estricto.
Sin embargo,
en la práctica,
estudiar lingüística implica también de alguna manera estudiar
semiótica, y viceversa34
2.3.1. Los signos en el lenguaje35. Es necesario
precisar en este momento qué se entiende
por signo, ya que el
término “signo” se emplea en vocabularios y contextos muy diversos:
- “Signo es todo cuanto representa otra cosa en algún aspecto para alguien. Signo es lo que puede interpretarse” (Umberto Eco). En este sentido, la vida humana es inconcebible sin signos. Umberto Eco ha escrito que los fenómenos naturales no dicen nada por sí mismos, que se vive en un mundo de signos porque se vive en sociedad. Según esto, los fenómenos sígnicos serían característicos de los seres humanos, por vivir en sociedad, y harían parte de los códigos que rigen las relaciones sociales, los usos sociales.
- “Un hecho perceptible que nos da información sobre algo distinto de sí mismo” De acuerdo con esta definición, convertimos en signo un hecho perceptible cuando lo tomamos como representante de otro hecho distinto de sí mismo. “los signos son creados y usados para cumplir con determinados fines, para aportar determinados rendimientos: se quiere expresar algo a través de ellos, representar algo y comunicarlo a alguien”36
- “El signo es tal, en la medida en que significa algo (significado), sobre algo (referente) de alguien (emisor) y para alguien (destinatario)”37
En
la semiosis o proceso sígnico, no sólo se establece una relación social o comunicativa, sino también una relación simbólica o representativa
entre signo y referente, pero de manera indirecta, es decir, a través de un significado.
La
interrelación de estos tres elementos (signo, referente y sujeto) es la base de una semiótica
tridimensional, constituida por tres áreas de trabajo:
- La pragmática: considera la relación entre los signos y sus intérpretes o usuarios.
- La semántica: se ocupa de las relaciones entre los signos y los objetos denotados por ellos (los referentes).
- La sintaxis: estudia exclusivamente las relaciones que establecen los signos entre sí dentro de un sistema de signos.
Todo
signo es una representación de
algo, representar es la operación más propia del signo. Y esa
representación se configura en la mente de los sujetos como una estructura
y como un proceso.
Pero desde luego el signo no es sólo algo que está en el lugar de una cosa,
representándola, sino que su representación
nos permite conocer algo más. Conocemos un signo cuando inferimos lo que él significa.
Este significado no sólo comprende los aspectos cognitivos sino también las actitudes,
los valores, las emociones y todo tipo de connotaciones
socioafectivas y culturales.
El signo, como representación,
en realidad sólo tiene existencia en la mente de quien lo interpreta. Por esto, los signos no se definen únicamente porque sustituyan las cosas, sino porque funcionan realmente
como instrumentos que hacen posible que pensemos,
incluso también en lo que no vemos ni tocamos. Pensar es el principal modo de representar, e interpretar un signo es desentrañar su significado.
Hemos presentado estas tres definiciones con el propósito de que el concepto
de signo resulte suficientemente
general, pero también claro. No obstante, conviene tener en cuenta dos precisiones: en primer lugar, debemos
entender el término “representar” preferiblemente
en su sentido primario de “hacer presente”, y no sólo en el sentido más restringido
de
“sustituir o hacer las veces de”. Y en segundo
lugar, la “cosa” representada o evocada por el signo puede ser tanto un objeto material como una idea, una propiedad de un objeto,
un sentimiento, etc.
En
conclusión: un signo es una representación mental, una estructura
portadora de una significación para un intérprete, que es quien realiza el paso
del signo a lo significado, haciendo operativa la conexión
entre ambos.
2.3.1.1. Concepción Tripartita del signo. Charles
Sanders Peirce (1839 – 1914), en sus escritos
sobre semiótica, especialmente en Ciencia de la Semiótica editado
en Buenos Aires en 1986, sostiene
que la semiótica se sustenta en lo que él llama tres REFERENCIAS, las cuales
son aceptadas hasta hoy y son las siguientes:
- Representante – M ‐ (SIGNO)
- Interpretante ‐ I
- Objeto ‐ O
—
Como referencia al medio (M) el signo es parte del mundo físico, es material. Algo es signo, si se comporta como tal.
—
Como referencia al objeto
(O), pertenece al mundo de los objetos y acontecimientos. Es la realidad que se representa.
— Como referencia al Interpretante (I) se inserta en el “mundo espiritual”, en sus “reglas, normas, formas y relaciones de pensamiento”
Peirce en una paráfrasis define
el signo de la siguiente manera: “el signo es signo si
puede traducirse a otro signo que le da su
plenitud”38
La teoría
de
Peirce, ha servido de base para que otros
especialistas en lingüística, elaboren
una figura en forma de triangulo con los tres elementos, es decir, el símbolo, la referencia y el referente. En la figura No. 12 se puede apreciar
las diferentes acepciones que ha tenido la teoría tripartita de Peirce a
lo
largo del tiempo.
Como
se puede observar, los diferentes
autores se van más por el significado terminológico que por las concepciones en sí mismas.
Parece que en el fondo todas se
refieren a lo mismo. Pero Umberto
Eco (1976) dice lo siguiente: Esta presentación
tripartita suscita problemas y al menos muchos interrogantes: ¿Qué concepción de signo es común a todos? ¿En qué punto reside el signo? Según parece esta en el vértice izquierdo inferior,
como lo insinúa Saussure.
Ver figura 12.
Pero
Umberto Eco, va más allá y menciona lo siguiente: Cuando la gente dice SIGNO, generalmente se refiere al SIGNIFICANTE. Pero hay que recordar que no existe SIGNO
si no hay un SIGNIFICADO (Vértice superior figura 12)
De acuerdo a lo anterior y haciendo una referencia directa a la concepción
de
Ferdinand de Saussure (1961), se puede hacer un grafico
para un mejor entendimiento. Ver figura No. 13.
Para comprender mejor como se empieza a conformar el LENGUAJE HUMANO a partir del signo y todas sus connotaciones, en la figura No. 14 se muestra la concepción más moderna del SIGNO.
Para
mejorar la comprensión sobre la concepción
de signo, significante y significado, según Saussure y otros, se plasma sobre este documento un ejemplo que es dominio universal, tal como el uso de un semáforo.
En la siguiente secuencia de figuras se puede apreciar
las explicaciones del caso.
2.3.1.2. Clases de signos. Una clasificación
general y unitaria
de los signos no es viable debido a los múltiples criterios que se pueden utilizar y que se entrecruzan. Por esta razón, vamos a presentar
una
clasificación basada en unos criterios parciales:
Según el intérprete:
- Signos humanos: las palabras, la música, la pintura, las señales de tránsito, etc.
- Signos no humanos: la danza de las abejas, las feromonas sexuales entre los animales, el rugido de un león, el gruñido de un perro, el sonido de una campana, la sirena de una ambulancia, etc.
Según el ámbito en el que se dan:
- Signos naturales: La capacidad de significar procede de la naturaleza misma del significante.
Normalmente se consideran también signos naturales los signos involuntarios y los no intencionales: el humo como efecto del fuego, la fiebre, el olor a sudor, el llanto, la Estrella
Polar, una huella en el suelo, todos los signos no humanos,
etc. Todos estos signos tienen
con lo significado (el referente) una relación puramente natural
—sin
embargo, recordemos que Umberto
Eco ha escrito que los fenómenos naturales no dicen nada por sí mismos.
- Signos culturales: Son producto de la creación cultural del hombre y, por lo tanto, implican una intencionalidad sígnica de parte del emisor y una actividad descodificadora de parte de un destinatario. Estos signos constituyen códigos. Los signos culturales también reciben el nombre de signos artificiales o convencionales y, en contraste con los naturales, su relación con lo significado es producto de un acuerdo o de una convención establecida por las personas o por la comunidad: el olor a loción, el color negro como símbolo del luto en la tradición cristiana, las banderas, las palabras, las esculturas, las señales de tránsito, etc.
Según su estructura:
- Signos verbales: Estos signos constituyen un sistema con posibilidades de combinación en dos dimensiones. La primera dimensión corresponde al medio material de su expresión (sonidos o letras) y la segunda corresponde a su significación. Por lo tanto, son signos verbales no sólo los del lenguaje oral, sino también los del lenguaje escrito. Todos los signos no humanos son signos no verbales, pero es claro que no todos los signos humanos son signos verbales. En estos signos verbales ubicamos el signo lingüístico.
- Signos no verbales: Son signos que carecen de las características que hemos atribuido a los signos verbales, es decir, son signos que no se articulan en dos dimensiones. Por ejemplo: la música, los movimientos de las manos de los sordomudos, las banderas, la forma de vestir, todos los signos no humanos, etc.
Según su relación con lo significado (referente):
Siguiendo la clasificación de Charles Peirce, comúnmente aceptada, Umberto
Eco distingue desde
este punto de vista tres
tipos o clases principales
de signos:
- Íconos: Son signos cuya relación con el objeto que designan o evocan se basa en la semejanza figurativa o exterior, o en la igualdad de distribución de sus partes: un cuadro realista, una imagen, una fotografía, un mapa, un diagrama, etc. Un signo icónico alude con precisión a un solo referente. Para Eco, el signo icónico surge de los rasgos seleccionados por una cultura para identificar determinado objeto o concepto. Su relación con el referente se da precisamente a través de esa percepción cultural que se tiene de éste. Por tanto, se trata de una representación de segundo orden.
- Índices: Los índices, o signos deícticos, apuntan físicamente a su objeto, están afectados inmediatamente por él y guardan cierta conexión físico‐espacial con el objeto al cual señalan: indicar con el dedo, y también muchas expresiones lingüísticas: yo, tú, él, acá, allá, éste, ése, aquél, etc. También son índices algunos signos naturales: el humo, la fiebre, el olor a sudor, el temblor del cuerpo humano, entre otros.
- Símbolos: En estos signos la relación que une al signo con su referente es el resultado de una convención, pues ni tienen semejanza con su objeto ni tampoco una conexión física inmediata con él. Esto quiere decir que la relación del signo con lo significado es arbitraria, es de pura representación, basada en una convención social: las banderas, el papel moneda, la balanza como símbolo de la justicia, la paloma como símbolo de la paz, el color blanco como símbolo de la pureza, la gran mayoría de las palabras.
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